CÍRCULO DE ESTUDIOS POLÍTICOS Y SOCIALES

CIREPS

Una izquierda democrática y renovada



¿Qué es ser de izquierda?

Nicolás Lynch Gamero

Sonimágenes, 2005

Arturo Caballero Medina

(LEA LA VERSIÓN COMPLETA EN LETRAS DEL SUR)

El libro de Nicolás Lynch brinda una clara comprensión de lo que significa la propuesta de la nueva izquierda en el Perú y el mundo después de la caída del Muro de Berlín, de la debacle del bloque socialista y la Unión Soviética, de la transición de China hacia la economía de libre mercado dirigida por el Partido Comunista y de las dos décadas de violencia terrorista en el Perú. Nicolás Lynch escribe con conocimiento de causa: fue militante socialista durante los años universitarios en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, allá por los setentas. Tuvo una destacada participación en la Izquierda Unida y en los movimientos que se opusieron al fujimorato. Su última participación en la gestión pública fue como Ministro de Educación durante el gobierno de Alejandro Toledo. Actualmente, impulsa la conjunción de los grupos de izquierda a través del Partido Democrático Descentralista con el objetivo de fundar una opción socialista renovada en nuestro país.



El primer ensayo “¿Qué es ser de izquierda?” inicia un recorrido histórico con la finalidad de delimitar el justo sentido de lo que significa ser de izquierda. Mucho antes de la formación de los partidos socialistas, comunistas, socialdemócratas y anarquistas, el pensamiento de izquierda propuso la consecución de la justicia social y la democracia, es decir, un cambio social frente al orden absolutista establecido. En primer momento, este cambio estuvo dirigido por las revoluciones burguesas que lucharon contra el absolutismo para establecer una nueva forma de gobierno basada en la democracia representativa. En un segundo momento, a inicios del siglo XX, el pensamiento de izquierda fue asumido por la clase obrera y por los sectores sociales sumidos en la explotación capitalista, posición desde la cual definieron la lucha de la izquierda mediante la lucha de clases, la dictadura del proletariado y la revolución armada. Luego de la caída del muro de Berlín, la izquierda experimentó un drástico reacomodo producto de cual retomó aquellos principios que fueron relegados, paradójicamente, en su etapa de mayor expansión: la libertad y la democracia. Derechos humanos y el respeto a la diferencia de las identidades culturales entran a formar parte de la agenda de la nueva izquierda que, en alguna medida, estuvieron presentes en las formulaciones de los teóricos de la crítica cultural de los sesenta y setenta como Michel Foucault, Julia Kristeva y Jacques Derrida entre otros y que continua en Slavoj Zizek, Ernesto Laclau y Judith Butler por citar algunos ejemplos.

El ensayo finaliza con un balance de la actuación de los principales movimientos políticos de izquierda en el Perú, tanto los democráticos como los que iniciaron la lucha armada contra el Estado democrático. La conclusión de Lynch es que el APRA y la izquierda marxista se enfrascaron en una lucha fratricida que fortaleció a las dictaduras militares apoyadas por la burguesía conservadora. Por su parte, Sendero Luminoso y el MRTA contribuyeron a desprestigiar aún más a los partidos de izquierda que sumidos en el fraccionamiento y las luchas intestinas no representaron para la ciudadanía una alternativa de solución. Esto conllevó a que todo proyecto revolucionario fuera identificado como proveniente de la izquierda, cuando, en realidad, como sostiene Slavoj Zizek en ¿Quién dijo totalitarismo? los proyectos de izquierda no siempre están vinculados a planteamientos radicales y viceversa, sino veamos la España de Felipe González, las socialdemocracias de los países nórdicos o la concertación de centro e izquierda en Chile.

Lynch destaca la importancia de la refundación democrática del Perú, la cual contempla la participación activa de la sociedad civil y de los poderes locales y regionales. Dicha refundación no será posible mientras el libre mercado continúe siendo un generador de desigualdades y que el empresariado capitalista se preocupe solo por el Estado de Derecho cuando este garantiza sus inversiones pero no cuando se vulneran los derechos de los trabajadores. Culmina invocando a todos los sectores de izquierda (marxista, cristiano, socialista, humanista o populista) a unir esfuerzos por conformar un bloque que retome los postulados primigenios de la izquierda: igualdad, justicia social, libertad y solidaridad.

La difusión de esta colección de ensayos, en la actualidad, es muy importante porque trata temas sobre los cuales existe una gran desinformación como la posibilidad de un proyecto de izquierda en el Perú como alternativa para superar la desigualdad y la exclusión, y la necesaria distinción de este proyecto frente a las posturas extremistas de izquierda. Lynch expone con claridad sus argumentos y, como debe ser, de manera didáctica desarrolla sus ideas para que todo aquel interesado en el tema pueda comprenderlo. Y es que algunos intelectuales de izquierda parece que solo escriben para su comunidad académica y no deliberan con las masas. Sus estudios no trascienden las cuatro paredes de su aula o del congreso donde dialogan con sus alumnos y colegas, pero no con el ciudadano de a pie. Por ello, es destacable que el autor no se haya detenido mucho en cuestiones relativas a especialistas que podrían desalentar al lector no versado en teoría política, sociología, historia o filosofía.

Además, aunque no lo expresa directamente, en algunos pasajes de los ensayos, se infiere que el socialismo contemporáneo y el liberalismo clásico poseen más puntos de encuentro que de divergencia: respeto a las libertades individuales, reconocimiento de la importancia del libre mercado, equilibrio entre libertades políticas y libertades económicas, pluralismo cultural, tolerancia y valoración de la diversidad

Sin embargo, la razón más importante por la cual recomiendo la lectura de este libro es que sirve para demostrar que “no toda la izquierda está podrida” y que existen algunos socialistas modernos y moralmente íntegros que aceptan los errores históricos de una izquierda que ya no cree que “el poder nace del fusil” ni que tampoco la democracia depende exclusivamente del crecimiento económico o de periódicas consultas electorales, sino, además, de la inclusión social y de una redistribución justa de la riqueza. Al respecto Lynch no tiene reparos en exigir un mea culpa a todos aquellos que, en alguna circunstancia, avalaron los excesos del totalitarismo marxista-leninista.

En las actuales circunstancias en que la crisis económica adquiere dimensiones planetarias y cuando se oyen algunas voces que decretan la muerte del capitalismo neoliberal y del libre mercado, el libro de Lynch representa una lectura obligatoria para comprender como es que la socialdemocracia puede ayudar a replantear los modelos que la realidad histórica demuestra que se están agotando. ¿Reflexionarán los neoliberales dogmáticos antes que sea demasiado tarde o esperarán asistir a su propia debacle como los comunistas de Europa Oriental en los 90? Me parece que la revancha de los socialistas está en ciernes. Solo espero que esta vez no desaprovechen la oportunidad.

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